lunes, 22 de septiembre de 2008

Poema de Victor Hugo

Aquí os dejo un poema del siglo XIX, de Víctor Hugo. Lo dedico especialmente a todos aquellos/as que no saben apreciar a quien tienen a su lado. Espero que no os provoque un coma diabético, ni os resulte demasiado almibarado, pero hoy me siento con ganas de decirle muchas cosas al mundo, así que ahí os lo dejo.

Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar

Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro

Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un perro,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuantas vidas
está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese dinero

frente a ti y digas: "Esto es mío".
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.

3 comentarios:

Unknown dijo...

¡Ah!¡El romanticismo...! A veces me hubiera gustado haber vivido en el siglo XIX (pero luego me lo pienso y se me pasa).

Aunque no te vayas a creer; yo prefiero la producción romántica nacional. Donde se ponga un Becquer...

MCG dijo...

Ha resurgido la N...romantica y pastelosa, sensible y tierna...he aprovechado que tengo el índice glucémico bajoy me he leido de corrido tu entrada,dentro de poco tengo una boda y tendré que leer algo "de mi propia" cosecha, así que creo que ya tengo medio discurso escrito...con el permiso del señor Hugo. Por cierto si te gusta Becquer te recomiendo sus relatos cortos y cuentos sobre ánimas y demás folklore de la época.besos y saludos, en el orden correcto,claro

Anónimo dijo...

Ok, os hare caso y prometo leer algo de becquer. Un saludito a los dos